Luis Carrizo. autor del libro "Bienvenidos al Quijote"



                                            Con Luis Carrizo. autor del libro "Bienvenidos al Quijote"
Reseñas del autor
Nacido en la Virgen del Camino en 1950, Luis Carrizo es licenciado en Filosofía y Letras. Muy vinculado intelectualmente a la cultura francófona, está casado con una profesora nativa de ese idioma, es padre de tres hijos y tiene varios nietos. Se considera un enamorado del Quijote hasta el punto de que el propósito del libro que acaba de publicar lo define con estas palabras: «Me gustaría desengañar a muchas personas de que el Quijote es una novela ininteligible o aburrida, quiero invitarles a que entren a leerla y comprueben el placer que se disfruta con ella». 

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"Bienvenidos al Quijote", de Luis Carrizo

"Bienvenidos al Quijote" está construido como un desfile de pasajes de la novela de Cervantes seleccionados por el autor y a los que ha puesto por detrás “una especie de voz en off” con sus comentarios, pero respetando los pasajes de Cervantes y sin dejar que éstos pierdan presencia ni protagonismo en ningún momento.
Carrizo deja que sea Cervantes el que hable directamente con el lector, ya que considera que no hay nada tan estimulante como su propia prosa.


                                   «Pasajes del Quijote»

Livro: Don Quijote de La Mancha
1ª parte – Cap. II – «Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso Don Quijote»

«Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer; y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de Julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo. Mas apenas se vió en el campo, cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa: y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero, y que, conforme a la ley de caballería, ni podía ni debía tomar armas con ningún caballero; y puesto qeu lo fuera, había de llevar armas blancas, como novel caballero, sin empresa en el escudo, hasta que por su esfuerzo la ganase.
Estos pensamientos le hicieron titubear en su propósito; mas pudiendo más su locura que otra razón alguna, propuso de hacerse armar caballero del primero que topase, a imitación de otros muchos que así lo hicieron, según él había leído en los libros que tal le tenían. En lo de las armas blancas pensaba limpiarlas de manera, en teniendo lugar, que lo fuesen más que un armiño: y con esto se quietó y prosiguió su camino, sin llevar otro que el que su caballo quería, creyendo que en aquello consistía la fuerza de las aventuras. Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mismo, y diciendo: ¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, ciando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere, no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, de esta manera? «Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora que dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero D. Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel.» (Y era la verdad que por él caminaba) y añadió diciendo: «dichosa edad, y siglo dichoso aquel adonde saldrán a luz las famosas hazañas mías, dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y esculpirse en mármoles y pintarse en tablas para memoria en lo futuro. ¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quien ha de tocar el ser coronista de esta peregrina historia! Ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras.» Luego volvía diciendo, como si verdaderamente fuera enamorado: «¡Oh, princesa Dulcinea, señora de este cautivo corazón! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Plégaos, señora, de membraros de este vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas por vuestro amor padece.»

                                                                          Miguel de Cervantes

En: «El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha» – 1605

Miguel de Cervantes con toda probabilidad nació el 29 de septiembre y fue bautizado en Alcalá de Henares, Madrid, el 9 de octubre de 1547, en la parroquia de Santa María la Mayor.
En el acta del bautizo reza:
«Domingo, nueve días del mes de octubre, año del Señor de mill e quinientos e quarenta e siete años, fue baptizado Miguel, hijo de Rodrigo Cervantes e su mujer doña Leonor. Baptizóle el reverendo señor Bartolomé Serrano, cura de Nuestra Señora. Testigos, Baltasar Vázquez, Sacristán, e yo, que le bapticé e firme de mi nombre.» Bachiller Serrano.
Murió en Madrid el 22 de abril de 1616.





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