R. G. Wittener
Miguel Esteban--- ¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?
R. G. Wittener ------Nací en Alemania a mediados de los setenta (la época en que aún estaba dividida) y, a muy corta
edad, mi familia se trasladó a Madrid, donde he crecido y vivido.
Mi contacto con la literatura fue bastante temprano, pues empecé a leer novelas de forma ávida con unos ocho
años y escribí mi primera novela cuando tenía unos quince. Sin embargo, mi afición por la escritura discurrió la mayor
parte del tiempo entre numerosos altibajos y una gran inconstancia, marcada por épocas en las que intentaba desarrollar
nuevas novelas que luego abandonaba, y momentos en los que me centraba en mis ilusiones como ilustrador y guionista
de cómics. Esto fue así hasta el año 2010, cuando publiqué por primera vez con la extinta editorial Grupo AJEC.
Desde entonces he participado en múltiples antologías con cuentos cortos, comencé una saga de fantasía
sobrenatural que espero acabar algún día y publiqué, en 2018, mi novela más exitosa hasta la fecha: Monozuki. La chica
zorro.
Miguel Esteban----¿Cuáles fueron sus primeras/os autores que le influyeron?
R. G. Wittener ------Sin lugar a dudas, mis primeras influencias fueron Verne y Salgari. La vuelta al mundo en ochenta
días fue la novela que despertó mi espíritu lector y El corsario negro me proporcionó un montón de diversión con sus
personajes fuera de la ley. Ellos me contagiaron la afición por las historias de aventuras, abriendo el hueco por el que
luego entrarían la fantasía épica de Margaret Weis y Tracy Hickman, y el Lucky Starr, el detective espacial, de Isaac
Asimov.
Miguel Esteban--- ¿Cómo definiría sus novelas?
R. G. Wittener ------En primer lugar, mis novelas buscan entretener al lector. Aunque la historia incluya después
elementos para una reflexión sobre temas de mayor calado, el propósito básico es hacer la narración amena.
No me gustan las historias que se centran demasiado en el sufrimiento o la tragedia, y por eso evito enfocar mis
obras en torno a esos temas. Como decía Mary Poppins: «con un poco de azúcar...»
En cuanto al desarrollo estructural, hay dos elementos básicos a los que siempre acabo recurriendo: la historia
antigua y la mitología. Adoro crear versiones alternativas de épocas y lugares conocidos para el lector, a las que luego
añado elementos ajenos que acaban dando la forma a esas ucronías. Y uno de esos elementos diferenciadores suelen ser
los seres mitológicos que, de un modo más o menos evidente, se entrelazan con el mundo, reinventados para el caso.
Miguel Esteban--- ¿Cree que el escritor “evoluciona” en su escritura?
R. G. Wittener ------Así debería ser. Además del aprendizaje formal, que nunca termina, es lógico experimentar con
aquellos ejemplos que vemos en otros autores. Existen muchas formas de narrar una historia, cada una de ellas hace la
experiencia diferente y el lector siempre nos va a exigir que usemos la más apropiada, no la que nos resulte más cómoda.
Stephen King compara escribir con el trabajo de un mecánico. Has de ir incorporando ciertas herramientas a tu
caja, para poder usarlas luego. Yo diría que, también, puedes abordar la creación de una novela como si se tratase de
personalizar un coche: según el resultado que quieras conseguir, escogerás unas piezas u otras de modelos exitosos. Esas
piezas son los recursos que has visto usar a otros autores, y que puedes añadir de forma puntual a tu obra o convertirlas
en parte de tu estilo. Al fin y al cabo, todos tenemos a autores de referencia a los que admiramos por cómo trabajan el
texto, y con los que te gustaría compararte de igual a igual. Eso debería ser suficiente para impulsarte a la evolución.
Miguel Esteban---- ¿Cómo ha cambiado su lenguaje a lo largo de los años?
R. G. Wittener ------Por suerte para mí, ha cambiado a mejor. La mayor crítica que le hicieron mis conocidos a la
primera novela que publiqué fue lo engolado de mi manera de escribir, un problema que me esforcé mucho por eliminar.
También considero que he mejorado bastante en la elaboración de los diálogos. En este campo me considero un
ferviente admirador de Nabokov, y me gusta pensar que ahora intento desarrollar más a mis personajes a través de lo que
cuentan y cómo lo dicen.
Miguel Esteban---- ¿Cómo siente que un escritor está terminado y cómo lo corrige?
R. G. Wittener ------Creo que el sentimiento de «aquí se acaba» es más acentuado en el manuscrito de un relato que en
el de una novela. En el segundo caso hay demasiado trabajo de planificación previa como para dejar a un impulso el
dónde se acaba, mientras que el relato está más abierto a que decidas cambiar el final. Tanto en el proceso de escritura
como en la corrección posterior.
En cuanto al proceso de pulido de un manuscrito, procuro en primer lugar conseguir el efecto de alejamiento que
recomiendan todos los manuales: poder leerlo con un ojo crítico, como si fuera la obra de otro autor. Según la extensión
eso supone semanas o meses, dependiendo del tiempo que me haya tomado escribirlo. Aunque, como la primera versión
del texto siempre la redacto a mano, la corrección inicial se produce ya al pasarlo al formato digital. Por cuestiones de
manejabilidad, las correcciones posteriores las hago luego en papel impreso capítulo a capítulo. Redactando a mano
aquello que quiero modificar, de modo que aún puedo cambiarlo al pasarlo a limpio. Esta versión es la que luego pasa al
editor, o los lectores de confianza, y sobre la que se elaborará más tarde el texto definitivo en base a sus comentarios.
Miguel Esteban---- ¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su novela?
R. G. Wittener ------La intención que prima al escribir es entretener al lector. Yo empecé a leer con avidez porque las
novelas que leía me causaban admiración y me hablaban de lugares lejanos o imposibles, y eso es lo que intento
transmitir.
Pero también es cierto que, con la edad, hay algunas cosas que veo en la calle y a mi alrededor que me
preocupan porque parecen problemas a los que nadie sabe o quiere encontrar solución: aspirar a vivir en un mundo más
igualitario, proteger el medio ambiente para que las generaciones futuras tengan un lugar en el que vivir, o cómo van a
cambiar las nuevas tecnologías a la humanidad en unos años. Esos temas acaban apareciendo en mis novelas, para incitar
al lector a preguntarse cómo afrontaría las perspectivas que le ofrezco. En cierto modo, me gusta pensar que colaboro en
crear nuevos idealistas, como hizo conmigo la serie de animación Érase una vez el hombre.
Miguel Esteban---- ¿Qué lugar ocupa, para un escritor como usted, las lecturas en vivo?
R. G. Wittener ------Reconozco que tienen un papel poco menos que marginal. No uso las lecturas en vivo para la
corrección, y nunca he disfrutado de la lectura en vivo de ninguno de mis relatos.
Miguel Esteban--- ¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros
literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs, etc...?
R. G. Wittener ------Considero que los blogs, los foros literarios y las revistas digitales son herramientas que debe tener
muy en cuenta el escritor principiante. No solo para que le ayuden a darse a conocer, sino como un modo de contactar
con personas que pueden ayudarle en muchos aspectos durante sus primeros pasos en el mundo editorial.
En ese sentido también recomiendo a los nuevos autores que se preparen para afrontar las críticas que les van a
llegar, pues la proliferación de estos medios de opinión literaria ha animado a mucha gente a crear su propio espacio y un
comentario negativo que no sea bien manejado por el escritor puede devenir en una polémica no deseada.
Miguel Esteban--- ¿Podría recomendarnos una novela de otro autor que le haya gustado mucho?
R. G. Wittener ------Si me lo permites, voy a recomendar dos: una más reconocida y otra menos.
La primera sería Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson, que además se ha vuelto a editar de
forma reciente. En ella se puede encontrar un juego psicológico de personajes exquisito y nos enfrentamos a una
narradora que te mantiene siempre en la duda sobre qué es verdad y qué es pura alucinación.
La segunda novela, que solo conozco porque me la regalaron y de cuya autora no he vuelto a saber nada, se trata
de Alif, el invisible, de G. William Wilson. Para mí, como aficionado a las novelas de Gaiman, fue un placer descubrir
esta historia de mundos paralelos en una ambientación del Oriente Medio actual, que mezcla los problemas de ser un
rebelde en un país tiránico con la aparición de seres de la mitología oriental para desarrollar una entretenida historia de
aventuras.
Miguel Esteban---- ¿Qué libro está leyendo en la actualidad?
R. G. Wittener ------Me pillas justo en entre lecturas variadas. He acabado de leer Flores para Algernon, un clásico de
la ciencia-ficción que tenía pendiente desde hace años y que me ha emocionado mucho a pesar de conocer su trama a la
perfección; y ahora mismo estoy leyendo a ratos La gárgola, de Andrew Davidson, repartiendo el tiempo con Unlimited
Honor, la última novela publicada para el universo space-opera de Battletech, y Fractura, de Dioni Arroyo, en la que
tengo puestas muchas expectativas.
Miguel Esteban---- ¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la literatura?
R. G. Wittener ------Lee. Mucho. Y cuando no leas, escribe. Cualquier cosa (mis primeros escritos de ficción fueron
crónicas periodísticas fantaseadas a base de cromos de fútbol). Lo más importante es crearte una rutina para escribir, y
luego ya irás descubriendo qué merece la pena de todo lo que has reunido.
Para aquellos que quieran recibir consejos más venerables, les sugiero Mientras escribo, de Stephen King.
Aparte de aprender una valiosa lección sobre los peligros de la adicción, recibirán muchas recomendaciones para mejorar
su escritura.
Miguel Esteban---- ¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?
R. G. Wittener ------Como en muchos otros campos, veo que sigue intentando adaptarse, y encontrar un equilibrio, tras
la revolución que supuso la llegada de la edición en digital. Aún existe un grave problema derivado de la piratería, y al
mismo tiempo me entristece comprobar que las plataformas de venta online están acabando con las librerías físicas.
En cuanto a los autores, sobre todo los principiantes, la situación actual creo que se reduce a la dificultad para
conseguir que se les de una oportunidad. Los grandes sellos se han forjado la reputación de no arriesgar y trabajar solo
con autores asentados, o con aquellas obras que confían en poder exprimir gracias a sus mecanismos de marketing.
La autoedición se está vendiendo como una gallina de los huevos de oro que tiene detrás muchas más miserias
que alegrías. Eso, para quien aspire a la publicación tradicional, obliga a limitarse a las editoriales pequeñas. En este
campo el mayor acierto ha consistido en procurar que los libros sean atractivos. Ser un sello pequeño no debe ser una
excusa para hacer ediciones pulp, y creo que las editoriales Carmot o La Biblioteca de Carfax son buenos ejemplos de
cómo esmerarse en la edición para atraer a los lectores.
Miguel Esteban--- ¿Qué libros ha publicado?
R. G. Wittener ------El secreto de los dioses olvidados (2010)
Ni colorín, ni colorado (2015)
Monozuki. La chica zorro (2018)
Miguel Esteban---- ¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?
R. G. Wittener ------Quizás una sobre aspiraciones fuera del mundo editorial. Por mi forma de escribir y mi afición al
comic, y el medio gráfico, me haría ilusión hacer algún guion en el mundo de las viñetas, ya que a él le debo muchas de
mis referencias.
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